¡Hola!
Hace tiempo que mi humana, es decir, la persona que me cuida, me viene diciendo que me va a hacer un "blog" para que cuente mis perrerias. Lo cierto es que de esas cosas de humanos no entiendo, pero bueno, dice ella que yo me encargo de hacer las trastadas y ella de contarlas, asi que , encantado de colaborar ;).
Empecemos contando quien soy:
Por si todavia algún despistadillo no se ha dado cuenta, soy un perro, y me llamo Troy. Todavía se me considera un cachorro, pues tengo aproximadamente seis meses. Y digo aproximadamente porque los humanos no son capaces de saber cual es exactamente el día de mi cumpleaños, ya que no nací en mi actual hogar, sino que llegué a él por casualidad. Cuando nací, me abandonaron...No se sabe dónde nací, ni de dónde provengo, tan sólo que, teniendo yo unos dos meses, una señora me encontró en una cuneta, temió que me atropellaran y me rescató. No podía quedarme en su casa, así que me dió un baño, me quitó las pulgas y garrapatas que me chupaban la sangre y me llevó a un veterinario, a ver si me encontraban una familia.
El destino, la casualidad, quién sabe qué, quiso que aquel día, la que iba a ser mi humana pasara por la consulta de aquel veterinario preguntando si alguien regalaba cachorritos, pues hacía tiempo que buscaba la compañía de uno. Le hablaron de mí y decidió esperar para conocerme, pues me llevaban de camino a la consulta. Al poco rato llegué yo, en brazos de la señora que me encontró que, mientras ellas hablaban, me soltó en el suelo. Yo me acerqué a olisquear a mi humana, ya me había caído bien, me había hecho un par de mimitos al verme y sabía que si me lo curraba un poquito la tendría en el bote, jeje. Levanté las patitas delanteras y las apoyé en su pierna, reclamando su atención. Ella miró hacia abajo y se encontró con mi miradita gamberra, mirándola entre picarón y zalamero, me tomó en sus brazos y yo le correspondí con un par de lametacillos en su cara. Ella se rió...y ahí supe que ya me iba a quedar con ella.
Ella dice que se enamoró de mí nada más verme entrar por la puerta, pero yo creo que si no llego a usar ese truquillo de levantarle las patitas para que me abrazara, mmmmm...a lo mejor no me hubiera llevado a su casa. ;)
Hace tiempo que mi humana, es decir, la persona que me cuida, me viene diciendo que me va a hacer un "blog" para que cuente mis perrerias. Lo cierto es que de esas cosas de humanos no entiendo, pero bueno, dice ella que yo me encargo de hacer las trastadas y ella de contarlas, asi que , encantado de colaborar ;).
Empecemos contando quien soy:
Por si todavia algún despistadillo no se ha dado cuenta, soy un perro, y me llamo Troy. Todavía se me considera un cachorro, pues tengo aproximadamente seis meses. Y digo aproximadamente porque los humanos no son capaces de saber cual es exactamente el día de mi cumpleaños, ya que no nací en mi actual hogar, sino que llegué a él por casualidad. Cuando nací, me abandonaron...No se sabe dónde nací, ni de dónde provengo, tan sólo que, teniendo yo unos dos meses, una señora me encontró en una cuneta, temió que me atropellaran y me rescató. No podía quedarme en su casa, así que me dió un baño, me quitó las pulgas y garrapatas que me chupaban la sangre y me llevó a un veterinario, a ver si me encontraban una familia.
El destino, la casualidad, quién sabe qué, quiso que aquel día, la que iba a ser mi humana pasara por la consulta de aquel veterinario preguntando si alguien regalaba cachorritos, pues hacía tiempo que buscaba la compañía de uno. Le hablaron de mí y decidió esperar para conocerme, pues me llevaban de camino a la consulta. Al poco rato llegué yo, en brazos de la señora que me encontró que, mientras ellas hablaban, me soltó en el suelo. Yo me acerqué a olisquear a mi humana, ya me había caído bien, me había hecho un par de mimitos al verme y sabía que si me lo curraba un poquito la tendría en el bote, jeje. Levanté las patitas delanteras y las apoyé en su pierna, reclamando su atención. Ella miró hacia abajo y se encontró con mi miradita gamberra, mirándola entre picarón y zalamero, me tomó en sus brazos y yo le correspondí con un par de lametacillos en su cara. Ella se rió...y ahí supe que ya me iba a quedar con ella.
Ella dice que se enamoró de mí nada más verme entrar por la puerta, pero yo creo que si no llego a usar ese truquillo de levantarle las patitas para que me abrazara, mmmmm...a lo mejor no me hubiera llevado a su casa. ;)
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